martes, 8 de julio de 2008

Jugar con las palabras


Hay que reconocer la habilidad del PSOE para apropiarse de los buenos sentimientos.
Si nos tenemos a los tejemanejes verbales del PSOE, resulta que si eres de los que piensas que el Gobierno debería pensar más en cómo solucionar la crisis económica (por cierto, Pepiño Blanco esta mañana estuvo a punto de decir la palbra maldita... se quedó en "cri...") que en el voto de los inmigrantes, en la eutanasia, en el aborto y en quitar los crucifijos de actos oficiales, es que eres un facha retrógrado que no quieres que los inmigrantes voten, que estás contra la eutanasia, eres antiabortista y un meapilas pro-Vaticano.
Pues mire, no. Y, además, creo que hay que ir por partes.
A mi que los inmigrantes voten, como que no. La soberanía en un Estado la ejercen sus nacionales. A ver en qué país te dejan votar sin ser nacional. Que queremos ser la recontrahostia de la progresía. Pues no, es nuestro país y nosotros elegimos a nuestros mandatarios. Si los que vienen de fuera quieren votar aquí, encantado, pero una vez se nacionalicen y se sometan a la Soberanía del Estado Español. Porque lo que no vale es votar al alcalde pero regirme por las leyes de otro país.
En cuanto a la eutanasia, como que sí. Creo que es gilipollesco que alguien que no quiere seguir viviendo sea obligado a ello. Y mucho más porque el que puede andar, se suicida y punto, pero los que piden la eutanasia son los que están impedidos para hacerlo. Y yo soy de la idea de que nadie debe ser obligado a estar donde no quiere (en circunstancias normales, obviamente, pues un asesino cabrón ha de estar entre rejas, quiera o no). Vamos, que si estoy con encefalograma plano conectado a un puñado de aparatos que me mantienen vivo artificialmente, me gustaría que alguien pegase un tirón a los cables.
El aborto es otra cuestión. Moralmente, esto en contra. Pero entiendo que eso es una cuestión moral y que, como tal, no puede ser impuesta, así que debe despenalizarse, de modo que aquellas personas a las que no les genere un lastre moral sean libres de hacerlo. Allá cada cual con su conciencia.
Y en cuanto a los crucifijos, pues estoy en una encrucijada. Soy ferviente defensor de las libertades, y más de la religiosa, y creo que a nadie se le debe hacer jurar sobre la Biblia (de hecho, no se hace, el que quiere, puede prometer sobre la Constitución), pero creo que dar la espalda a veintiún siglos de tradición cristiano-romana (reconocida como base de la UE en el preámbulo de la Constitución Europea que ustedes defendieron, señores del PSOE) es de imbéciles. Los funerales, las iglesias, los crucifijos y los juramentos sobre la Biblia son parte de nuestro acervo. Y habitan en el poso cultural de la gran mayoría de los españoles. A nadie se le impone besar la cruz, ni ir a misa. Y los cristianos no nos sentimos ofendidos por ver una media luna o una mezquita. Por esa misma razón, creo que a nadie debe ofender que yo, si lo deseo, jure sobre la Biblia o tenga un funeral. Y, sinceramente, al que le ofenda, pienso que es un imbécil (alelado, escaso de razón, según la Real Academia de la Lengua Española).

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